miércoles, 10 de septiembre de 2014

Deshazte de mi.


La guitarra suena, ella es la única que me mira mientras tus manos la miran a ella, haciéndola tuya. Hasta la nota más aguda y desafinada sonaba bien si eras tú quien me la dedicabas. Te amoldaste a ella y ahora te pertenece, sin embargo, pasaste tanto tiempo acariciándola que el movimiento desapareció de tu alrededor. Pasaste tanto tiempo sordo (por tu éxito), que te olvidaste de tu éxtasis, de tu marejada, de tu prioridad. Tanto, hasta el punto de que la ley me arrancó por inundar tu vida de mentiras que empezaron a afectar a lo que nunca te amoldaste como a aquella pobre, que ahora toca sola (con miedo) por si descubres que me busca y vuelvo a desordenarte.