viernes, 15 de febrero de 2013

Sonríe princesa.


Besas como si quisieras sentirte querida, como si no importara el tiempo. Bailas como si nadie te viese, pero queriendo que todo el mundo lo hiciera. Buscas miradas perdidas, que no te dicen nada. Esperas a ese chico que hace que tus besos deseen, tu bailes demuestren y tu mirada busque. Éste nunca aparece, hace esperar a la dama, frente a un palacio de cuento, en donde todo el mundo disfruta de una noche de locura. Mientras bailas con príncipes que buscan princesas que las cuiden. Aquella dama nunca dice que no, es muy deshonrado por su parte, ella sólo dice espera a ver si veo a mi príncipe. En el caso de que no llegue, avanza hacia el apuesto caballero y lo abraza con deseo de más. Llora en brazos de otros, queriendo secarse con sus manos. Sonríe a extraños, esperando que su príncipe le devuelva la sonrisa. Buscando sonrisas en otras caras con la esperanza de encontrar aquella de la que nunca se olvida. Aquella por la que haría payasadas, por la que bailaría, aquella por la que besaría. Las doce en punto, y su apuesto príncipe no aparece. La noche cae, al mismo compás que los pies de las personas felices en dirección a sus casas. De la mano de sus caballeros con corbatas. Pero ella sigue ahí. Continúas esperando a nada, pero a la misma vez a todo. Pero que va, la dama nunca se rinde, nunca ha dejado de creer en los cuentos de hadas, a pesar de que estos estén en libros que pertenecen a estanterías que acumulan polvo y cenizas. Ella abre su vida como si de un libro se tratase, se abre esperando a que alguien termine su historia, y que por supuesto tenga el mejor final de todos. Esperas que tu vida sea un cuento, pero eso no ocurrirá sin príncipe, preciosa. Pero no te preocupes, a veces esperar hace que alguien saque ese libro de aquella estantería sucia, para escribir un final al precioso libro que lleva tu nombre, de título. Vamos, demuéstrale a todo el mundo lo que eres, una princesa.