Pongamos nuestras palabras en la calle
saquémonos a pasear
Pongamos un 'buenos días' en nuestro alfeizar,
un 'estás guapa' en el espejo
un 'cómeme' en las manzanas de la esquina o en las esquinas de las
manzanas
Dibujemos trazos a una calle callada entre tanto ruido
a una calle asustada por alborotos y manifestaciones sin rumbo
Y por peleas de gallos que dicen ser más que ellas
Pongamos voz a unas aceras que aún siguen marcando estereotipos
O a un muro que fue derrumbado en Berlín
pero que aún tiene sombras
Descifremos palabras en las luces de las farolas que dicen ‘ya es
tarde’
o amaneceres que saludan al pavimento donde hay un gato asustado
por la suciedad de las bocas que la controlan
Lenguas que dicen saber de declaraciones unilaterales o democracias
mediatizadas
Pero que no se dan cuenta de que a la calle le viene igual tu
lenguaje técnico
que ni el del quinto entiende mientras cena una sopa de sobre y
suicida a una botella de un vino milimétricamente colocado para nunca
ser copeado pero sí para salir en las fotos de perfil
Que resumen nuestro pasotismo
La calle debería tener un manual de instrucciones para estudiar
cada uno de los seres que la componen
debería tener escaparates que dijeran 'no lo compres, no te lo vas
a poner’
o un cartel en cada curva de 'embriágame que deseo olvidar mi
descontrol'
Las calles no tienen el poder de expresarse pero sí de acordarse
de uno y cada beso en portales, de las continuas caídas en avenidas que están
hechas de adoquines que repelen triciclos
incluso las calles recuerdan tu borrachera de sábado noche entre
Chardonnay
que te dejaron en evidencia delante de un congreso que asentía
palabrerías que hablaban de habitantes callejeros desempleados a los que mandas
y manejas pero a los que se te olvidó escuchar