Amistad. Aquella palabra que tiene muchos tipos y a su vez muchos significados. Es algo que existe y que a veces permanece. Se valora y se puede solo tener por el hecho de conservar algo. Se pierde o se rompe. No es algo material, ni tampoco de marca. Pero puede ser de usar y tirar. E incluso a veces se compra. Increíble ¿verdad? Es una de esas palabras que solo existe cuando hay dos objetos y no sirve cuando hay soledad eterna. La amistad no tiene sinónimo ni tampoco doble significado. Pero es una de las palabras que más se confunden. Cuando una amistad permanece, es duradera, se cuida, se respeta y sobre todo se valora, pasa a convertirse en amor hacia una persona que puede marcar en tu vida. Llorarás en sus caídas pero sonreirás en sus victorias. Están esas en la que viajan con descontrol en busca de aventuras, aquellas que se visitan poco pero que permanecen para siempre, otras como las verdaderas que forman parte de ti y algunas como las que vives en tu adolescencia y cambian tu futuro. Ésta última en la que caminas por la vida desnudo sin arrepentimientos, en la que visitas sitios dulces y sacas tu luz interior. Con la que conoces personas que pasan malos momentos y juntos ayudan a que se superen, en la que uno llora agarrando la mano del otro. En la que confías, que te hace valorarte, que brilles como una perla, y todo esto viviendo en un sueño adolescente. Sin duda, si logras una amistad como ésta no permitas que tus ojos miren atrás y crea un futuro inmortal junto a la persona que ya forma parte de ti. No es cuestión de crear, ni de construir. Simplemente cuida, ama y sobre todo disfruta como si se tratara de un caramelo sin fin y con un sabor eterno.
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