lunes, 18 de noviembre de 2013

Escombros.



Todo el mundo solía morderse la lengua cuando se encontraba delante tuya, bajaba la cabeza y echándose a un lado, reía tus gracias. Eras fuerte y el respeto te adoraba pero llegó el momento (se te fue de las manos) en el que empezaste a mostrar tu lado más cruel, y comenzaste a golpear paredes, tirando muros y construyendo ruinas que te separaban de mi. Intentaste remediarlo comprando grandes lujos (que idiota por tu parte). Comenzamos  a ser una obligación mutua (pues aun nos arrastrábamos el uno al otro). Mientras, quisiste ser joven nuevamente y lo lograste, pero no intentes serlo más por favor, das pena, porque a penas tienes pelo que lo disimule. Lo más gracioso de todo es que me estás quitando mi juventud para hacerla toda tuya, y lo estás consiguiendo. Quieres volver a ser el centro, y no sabes como, pues te encuentras entre ruinas, pero es que va a llegar el día en que los escombros te lleguen por las rodillas y el polvo te haga toser.
No hablas, hieres. No discutes, escupes. No esquivas, atropellas. No lloras, pasas. Repulsivo, pero es que te pareces tanto a mi, es decir, me parezco tanto a ti (lógico) que me es inevitable adorarte, joder. Hiéreme, discúteme, atropéllame con tus palabras, pero no pases de esto, por favor. Estoy aquí, esperando a que recojas lo que dejaste de mi. Te toca jugar, arréglame o tírame, sabes que puedes acabar conmigo y eso hace que tus pies no reaccionen, amas el riesgo. Todo tuyo. Tu turno.

No hay comentarios: